La danza. El fuego sagrado

La danza . El fuego sagrado

Bailarín y coreógrafo, Maurice Béjart es uno de los grandes creadores del ballet moderno “….la danza no puede seguir siendo elitista. Es un lenguaje universal, un medio de unión universal. En los bailes populares de todo el mundo el primer gesto consiste en darse la mano. La danza es un medio de comunicación social, política, religiosa. Y el público participa en esa magia, en esa empatia. Su corazón late, su alma se ensancha, su cuerpo anhela dilatarse. “

“.. Sí, la danza tenía que romper viejos moldes y optar por ajustarse al ritmo de las pasiones, las pulsiones, las muertes y los renacimientos. Ya no se trata de transmitir un mensaje cifrado, hipersimbólico, sino un impulso interior.”

“ A través de la danza procuro hacer una ofrenda de serenidad y unidad al hombre occidental tan atomizado, fragmentado, compartimentado”

“ El ser humano está sometido al flujo y al reflujo, al yin y al yang, el paso continuo de uno a otro, y viceversa. Participa así en la unidad y la multiplicidad del mundo, que encierra todos los posibles, idéntico y, sin embargo, en perpetua transformación.

Está sometido a ritmos que ordenan su vida cotidiana y que la danza procura transmitir: la actividad y el descanso, la absorción y la eliminación, la eclosión, la plenitud y la muerte. El hombre forma parte de ese orden universal. Y es lo que la danza debe celebrar en primer lugar.

“Todo está imbricado, íntimamente ligado. Somos sólo transformación de instante en instante. Por ello es tan importante estar presente, sin divisiones ni divagaciones del espíritu, en cada uno de esos instantes y en cada una de nuestras acciones. La hoja más pequeña, la más ínfima gota de agua, son indispensables para el equilibrio del mundo. La danza debe integrarse en ese movimiento general.

  • ¿Existe para usted una línea divisoria entre lo profano y lo sagrado?
  • B.: Lo profano no existe. Todo es sagrado. Cuando como, cuando duermo, amo o bailo. Si Dios no estuviera siempre presente en la vida de cada individuo, no valdría la pena nombrarlo. Dios no es un anciano barbudo que domina de lejos el universo. Está entre nosotros y en cada cual. Por ello el fanatismo, la intolerancia, la exclusión son un insulto a lo divino. Lo divino es la unidad. El islam, a mi juicio, responde a ese llamado a la unicidad, a la unión, a la simplicidad. Es una religión estrechamente ligada al cosmos, en que cada gesto de la vida diaria está marcado por la creencia en la indivisión y donde la práctica de lo sagrado es cotidiana, constante. Pero todas las religiones están ligadas a lo divino, y ninguna vale más que otra cuando se las practica con fe y pureza, cuando a través de ellas se procura revelar nuestra esencia divina.

La danza nos permite esculpir el espacio que nos rodea. Estructurarlo. A condición de vivir en el presente. El presente es lineal, sereno, puro. El presente es el tiempo hecho eternidad.

La danza es a partir de entonces ceremonia de entrega y de participación.

*¿Qué pensar entonces de los bailes del sábado por la noche en las discotecas?

M.B.: ;Las discotecas son un ersatz. Doy a esta palabra el significado que se le daba durante la guerra un substitutivo artificial. A falta de café, se bebía ersatz, a falta de pan, se comía ersatz. El baile es para el ser humano una necesidad, pero como el auténtico rito del baile ya no existe, como no hay más comunión popular en la plaza de la aldea, en la iglesia, donde al darse la mano se entregaba el corazón, como estamos privados de alegrías sencillas y fuertes, se recurre al jolgorio del sábado por la noche. Sin el baile el ser humano pierde una de las dimensiones de su presencia en el mundo. Los substitutivos del sábado por la noche son evidentemente antidanzas, pero, aun bajo esa forma desvirtuada, siguen siendo danza, es decir, una forma de liberar las fuerzas naturales, de sentir el cuerpo que, durante siete días, ha sido un caparazón vacío trasladado de un sillón a otro, de la oficina a la casa, de la casa al automóvil. Los bailes del sábado están hechos de sudor, de alcohol, de deseo, de exaltación, de un júbilo confuso y de significado equívoco, pero, sin embargo, indispensable para el equilibrio interior.

*La gente baila en momentos solemnes, pero también en momentos de crisis.

  1. B.: Los momentos solemnes están desapareciendo; hay cada vez menos fiestas y más vacaciones. Las fiestas eran rituales acompañados de bailes y de un sentimiento de comunión. Las vacaciones representan un corte en la vida ordinaria, un descanso mecánico, robotizado, en que cada cual sigue estando dividido, más aislado aun de su cuerpo, de los demás, del cosmos.

 

Todos estamos afectados por una ceguera pasajera, y pasamos de un umbral a otro de nuestra vida en busca de la luz eterna.

Soy un devoto de la unidad. Trabajo por la unidad de ese ser humano escindido porque su alma, su cuerpo y su espíritu nunca tienen tiempo de reunirse. El arte debe ofrecerle la posibilidad de esa unión, frente a la desintegración que lo amenaza a diario.

  • Tenemos necesidad de mitos, dice usted…
  • B.: La cuestión de los mitos no es secundaria, ocupa un lugar central en nuestro ser, y por consiguiente, en nuestro arte. Ninguna civilización puede prescindir de los mitos. La nuestra procuró hacerlo, y ha fracasado. Los mitos, como el ave fénix, renacen siempre de sus cenizas, transformados, con nuevos ropajes, pero eternos. Al hombre moderno le hace falta ese humus de eternidad, donde los mitos hacen actuar a los dioses de nuestra infancia. El mito es el ser humano que adopta una apariencia superior, se vuelve invulnerable, atraviesa los siglos, se traslada de un punto a otro del tiempo y del espacio, pero sigue siendo un ser humano, con su fuerza y su debilidad. En él se conjugan lo divino y lo demoníaco. Es su duelo permanente. Pero ese duelo le resulta indispensable para surgir de la nada, así como no puede prescindir de mitos, iconos, reflejos superiores, para nombrar la existencia. A partir de los mitos, el individuo se forma y encuentra su impulso creador. Y la danza esculpe esos mitos, en directo, sobre el escenario, ante el público que va a sumar su realidad cotidiana a esa transformación, para encontrar así su salida hacia lo alto.

 

Fragmento de una entrevista a Maurice Béjart tomada de la revista:

EL CORREO DE LA UNESCO AÑO XLIX. REVISTA MENSUAL PUBLICADA EN 30 IDIOMAS Y EN BRAILE

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Publicado el

15 julio, 2021