Por qué funcionan las medicinas alternativas que usan como vehículo de sanación al agua? Últimos descubrimientos de la biofísica han demostrado que el agua es capaz de almacenar información a causa de la atracción de las moléculas entre sí.

El agua tiene mucho potencial energético, esto también le permite transmitir información. Por ejemplo, la información de la estructura de piedras preciosas, de flores, de palabras y pensamientos puede vehiculizarse de esta manera.

Nuestro cuerpo – compuesto por un 65% de agua – al incorporar agua “informada” logra que su propia agua copie esta nueva vibración, grabándola igual o incluso mejorándola. Sin agua no sería posible ninguna función de nuestro cuerpo (el metabolismo celular, la digestión, la circulación, etc., no se producen sin su intervención). Al estar presente en tan alto porcentaje en la célula, posibilita la comunicación de los distintos grupos celulares. Por eso es tan importante cuidar nuestros pensamientos, y estar atentos a la nutrición, alimentos, personas, lugares, actividades, sabiendo que nuestras células grabarán esa información.

La molécula del agua tiene una estructura especial. Químicamente el agua es la unión de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno (H 2 O).

El átomo de oxígeno atrae hacia sí , los electrones de los átomos de hidrógeno volviéndose más electronegativo. Por su parte, los dos átomos de hidrógeno se cargan positivamente y se rechazan entre sí en un ángulo de 104,7 grados. Esta polaridad en las moléculas de agua es la que permite que aparezcan fuerzas de atracción intermoleculares. Esta unión entre dipolos se denomina puente de hidrógeno. Así , la zona negativa de una molécula de agua ( el átomo de oxígeno) atrae al hidrógeno positivo de una molécula vecina.Esto se va extendiendo a todas las moléculas formando grandes cadenas, que reciben el nombre de clusters (agrupaciones).

El científico japonés Masaru Emoto ha investigado esta propiedad del agua de almacenar información, fotografió cristales congelados de agua y demostró que la estructura de los cristales depende de la información que lleva dicha agua. Desde la investigación científica:

“ En 1984 en el laboratorio del científico Benveniste (posible receptor del premio Nobel , sus escritos estaban entre los más citados por los científicos del INSERME), un pequeño error de cómputo hizo que su futuro brillante asegurado se descarrilara accidentalmente. El laboratorio de Benveniste en el INSERM había estado estudiando la degranulación basófila: la reacción de ciertos leucocitos sanguíneos a los alérgenos . Un día, Elízabet Davenas, una de sus mejores técnicas de laboratorio, le informó que había visto y registrado una reacción en los leucocitos a pesar de que había demasiado pocas moléculas del alérgeno en la solución. “

“….había diluido la concentración hasta un punto en que quedaban muy pocas moléculas antígenas originales”

Después de examinar los datos, Jaques prácticamente la echó de su despacho. ”Los resultados que presentas son imposibles” , declaró, ”porque no hay moléculas”. __Has estado experimentando con agua-le dijo-Vuelve a repetir el experimento. Pero cuando volvió a repetir el experimento con la misma disolución obtuvo el mismo resultado.

Después de observar estos resultados, uno de los tutores de su laboratorio, un médico que
también era homeópata comentó que estos experimentos se asemejaban mucho al principio de la homeopatía. En este sistema médico, las soluciones de sustancias activas se diluyen hasta el punto en que prácticamente no queda nada de la sustancia original, solo su “memoria”.

Benveniste pidió a Elizabeth que diluyera las soluciones todavía más, de modo que no quedara nada de la sustancia original. En estos nuevos estudios, Elizabeth continuó obteniendo resultados consistentes con los anteriores, como si el ingrediente activo siguiera estando allí, sin importar lo diluida que estuviera la solución que a estas alturas era casi agua pura.”

Continuaron durante 4 años experimentando. El efecto de la solución aumentaba a medida
que se lo diluía más.

“Como siempre había dicho la homeopatía, cuanto más débil sea la solución, más poderoso es su efecto.”

“Benveniste unió sus fuerzas con cinco laboratorios diferentes de cuatro países, FRANCIA,
Israel, Italia, y Canadá, y todos ellos fueron capaces de replicar los resultados. Entonces los trece científicos publicaron conjuntamente los resultados de su colaboración de cuatro años en la edición de la prestigiosa revista Nature, mostrando que si se diluyen soluciones de anticuerpos repetidamente hasta que ya no contengan ni una molécula del anticuerpo,
seguían produciendo una respuesta de las células inmunes. Los autores concluyeron que en
ciertas diluciones ya no quedaba ninguna de las moléculas originales y que: Información específica debe haber sido transmitida durante el proceso de dilución /sucusión. El agua podría actuar como plantilla de la molécula, por ejemplo, por medio de una red infinita ligada por hidrógenos, o campos eléctricos y magnéticos….

La naturaleza precisa de este fenómeno permanece inexplicada.

Para la prensa popular, que se abalanzó sobre el trabajo publicado, Benveniste había
descubierto “la memoria del agua”, y en general se consideró que sus estudios validaban
la homeopatía.”

Benveniste mismo se dio cuenta de que sus resultados tenían repercusiones que estaban más allá de cualquier teoría de la medicina alternativa. Si el agua fuera capaz de imprimir y almacenar información de las moléculas, esto tendría un impacto en nuestra comprensión de las moléculas y de cómo se “hablan” unas a otras en nuestros cuerpos, pues las moléculas de las células humanas están, evidentemente, rodeadas de agua. En cualquier célula viva hay diez mil moléculas de agua por cada molécula de proteína. “Circularon rumores de desequilibrio mental y fraude. Llovieron cartas a Nature y otras publicaciones diciendo que su trabajo era “ciencia dudosa”, “un engaño cruel” y “pseudo ciencia”.

A Benveniste se le dieron varias oportunidades de abandonar grácilmente su trabajo y ninguna razón profesional para seguir realizándolo.

Nunca había ambicionado una carrera, solo quería seguir adelante con su investigación. Había descubierto pruebas que demolían todo lo que le habían enseñado a creer sobre la comunicación celular, y ahora ya no era posible volver atrás.

Tomado del libro El Campo de Lynne Mc Taggart.